Estimado médico:
Te escribo porque no puedo hablar contigo en persona. Soy uno de tantos pacientes que perdieron su tarjeta sanitaria el 1 de septiembre de 2012 y que han dejado de ir al médico. Tal vez me recuerdes de alguna visita antes de esa fecha, aunque no solía ir mucho al médico ya que soy joven y no he tenido problemas de salud importantes.
Durante estos dos años he lamentado en alguna ocasión no poder visitarte por algún que otro malestar, nada grave: una gripe hace tiempo y un dolor junto al abdomen que todavía sigue y que no sé a qué puede deberse...
Conozco otras personas que como yo, no tienen tarjeta y cuando han intentado ir al hospital porque se encontraban muy mal les han dicho que les iban a enviar una factura si eran atendidas. Algunas accedieron y pagaron la factura como pudieron. Otras simplemente se fueron a su casa sin ser vistas por un médico y ahora están peor... Todo esto me hizo pensar que no valía la pena intentarlo, mejor quedarme en casa. No tengo trabajo (por eso perdí la residencia y con ella la tarjeta sanitaria) y no puedo asumir una factura de no sé cuánto dinero. Y al fin y al cabo tampoco me encuentro tan mal.
Pero el otro día me crucé con una amiga. Me contó que estuvo mala hace poco y decidió visitar a su médica de siempre, la que tenía antes de perder la tarjeta. La médica la atendió muy bien, como siempre, y le dijo que no se preocupara que no le llegaría ninguna factura. No sé qué me dijo que hizo con el ordenador, alguna tecla que pulsó o que no pulsó... además, a la persona de Admisión le dijo que lo de mi amiga era una urgencia y que la tenía que ver sí o sí y sin nada de facturas… Como estaba francamente mal, la médica le dijo que tenía que ser vista por un especialista, así que hizo alguna llamada, habló con gente, y ahora tiene una cita con el especialista para la semana que viene.
Lo que me contó mi amiga me llevó a escribir esta carta para decirte que tal vez me anime a visitarte para ver de dónde puede venirme ese dolor que tengo y que no se va. A lo mejor no es nada, pero me quedaría mucho más tranquilo si pudiera ver a un médico. Además llevo unos días con mareos repentinos y me empiezo a preocupar...
Esta nueva ley de sanidad es muy dura para los que nos quedamos fuera. Y a veces ni siquiera tenemos claro que estemos realmente fuera: regulares e irregulares, menores de edad y mayores de 26 años, parados, enfermedades infecciosas, enfermedades mentales, embarazadas, familiares, residentes y empadronados… Una vecina me dijo que igual podía recuperar mi tarjeta sanitaria si hablaba con la Trabajadora Social, pero tendré que llevarle muchos papeles que no voy a poder conseguir hasta dentro de varios meses. Y mientras tanto, vivimos confundidos y con el miedo a la enfermedad, porque no sabemos si nos van a dejar ver al médico y si vamos a poder curarnos...
Saber que hay muchos médicos como el de mi amigo, a los que les importan las personas y atienden a todo el mundo por encima de leyes que no entendemos, nos abre una puerta que nunca debería haberse cerrado. Y lo valoramos enormemente.
La próxima vez que te hable, puede que sea dentro de la consulta y a lo mejor hasta te acuerdes de mí. En este momento nada necesito más que volver a verte y que todo vuelva a ser como antes, cuando no tenía que escribir cartas como ésta.
Hasta muy pronto.
Te escribo porque no puedo hablar contigo en persona. Soy uno de tantos pacientes que perdieron su tarjeta sanitaria el 1 de septiembre de 2012 y que han dejado de ir al médico. Tal vez me recuerdes de alguna visita antes de esa fecha, aunque no solía ir mucho al médico ya que soy joven y no he tenido problemas de salud importantes.
Durante estos dos años he lamentado en alguna ocasión no poder visitarte por algún que otro malestar, nada grave: una gripe hace tiempo y un dolor junto al abdomen que todavía sigue y que no sé a qué puede deberse...
Conozco otras personas que como yo, no tienen tarjeta y cuando han intentado ir al hospital porque se encontraban muy mal les han dicho que les iban a enviar una factura si eran atendidas. Algunas accedieron y pagaron la factura como pudieron. Otras simplemente se fueron a su casa sin ser vistas por un médico y ahora están peor... Todo esto me hizo pensar que no valía la pena intentarlo, mejor quedarme en casa. No tengo trabajo (por eso perdí la residencia y con ella la tarjeta sanitaria) y no puedo asumir una factura de no sé cuánto dinero. Y al fin y al cabo tampoco me encuentro tan mal.
Pero el otro día me crucé con una amiga. Me contó que estuvo mala hace poco y decidió visitar a su médica de siempre, la que tenía antes de perder la tarjeta. La médica la atendió muy bien, como siempre, y le dijo que no se preocupara que no le llegaría ninguna factura. No sé qué me dijo que hizo con el ordenador, alguna tecla que pulsó o que no pulsó... además, a la persona de Admisión le dijo que lo de mi amiga era una urgencia y que la tenía que ver sí o sí y sin nada de facturas… Como estaba francamente mal, la médica le dijo que tenía que ser vista por un especialista, así que hizo alguna llamada, habló con gente, y ahora tiene una cita con el especialista para la semana que viene.
Lo que me contó mi amiga me llevó a escribir esta carta para decirte que tal vez me anime a visitarte para ver de dónde puede venirme ese dolor que tengo y que no se va. A lo mejor no es nada, pero me quedaría mucho más tranquilo si pudiera ver a un médico. Además llevo unos días con mareos repentinos y me empiezo a preocupar...
Esta nueva ley de sanidad es muy dura para los que nos quedamos fuera. Y a veces ni siquiera tenemos claro que estemos realmente fuera: regulares e irregulares, menores de edad y mayores de 26 años, parados, enfermedades infecciosas, enfermedades mentales, embarazadas, familiares, residentes y empadronados… Una vecina me dijo que igual podía recuperar mi tarjeta sanitaria si hablaba con la Trabajadora Social, pero tendré que llevarle muchos papeles que no voy a poder conseguir hasta dentro de varios meses. Y mientras tanto, vivimos confundidos y con el miedo a la enfermedad, porque no sabemos si nos van a dejar ver al médico y si vamos a poder curarnos...
Saber que hay muchos médicos como el de mi amigo, a los que les importan las personas y atienden a todo el mundo por encima de leyes que no entendemos, nos abre una puerta que nunca debería haberse cerrado. Y lo valoramos enormemente.
La próxima vez que te hable, puede que sea dentro de la consulta y a lo mejor hasta te acuerdes de mí. En este momento nada necesito más que volver a verte y que todo vuelva a ser como antes, cuando no tenía que escribir cartas como ésta.
Hasta muy pronto.